domingo, 8 de abril de 2012

Algunos retos de la globalización financiera para América Latina


Ruth de Krivoy 


El fenómeno de la globalización financiera ha traído consigo un aumento sin precedentes en la magnitud y movilidad de los flujos internacionales de capitales. En buena medida, se han desmantelado las barreras a las entradas y salidas de capitales, y las trabas que se oponían a la expansión internacional del negocio bancario.
Los mercados financieros internacionales se han vuelto mucho más sensibles a la calidad de los programas económicos y el desempeño de los países. Súbitas salidas masivas de capitales y ataques cambiarios, tanto en países desarrollados como en mercados emergentes, han demostrado que nadie está a salvo de sufrir las consecuencias de malas políticas públicas y que la volatilidad de los mercados de capitales es una realidad que los gobiernos no deben despreciar.
La estabilidad financiera se ha convertido en un objetivo de primera línea, que no puede alcanzarse sin un claro compromiso a la disciplina fiscal, el fortalecimiento del ahorro interno, la solidez y competitividad del sistema financiero, y perseverancia en la aplicación de políticas que refuercen el papel de los mercados. Una y otra vez han quedado demostrados los graves riesgos que comporta el depender excesivamente de los flujos de capital a corto plazo o de ingresos extraordinarios (por privatización o por aumentos en los precios de exportación). Episodios como los vividos por México y Venezuela en años recientes demostraron lo que ocurre cuando las soluciones de fondo se postergan, ante la falsa creencia de que son poco importantes las debilidades - transitoriamente enmascaradas -- de las cuentas fiscales o las de la banca. Tarde o temprano toda crisis se destapa, y la bonanza circunstancial se desvanece rápidamente. Una manifestación más del "pan para hoy, hambre para mañana".
Quisiera referirme hoy a una de las múltiples aristas de la estabilidad financiera que hay que vigilar y proteger ante la globalización: la solidez del sistema bancario. Se trata de un tema de gran relevancia para Venezuela y para Latinoamérica en general. Las debilidades de la banca han sido un elemento recurrente en todas las crisis financieras sufridas en nuestra región en las últimas décadas y, hay que tener presente que la globalización aumenta las probabilidades de fracasos bancarios si no se dispone de un sistema efectivo de regulación y supervisión que induzca a las instituciones financieras a administrar los riesgos en forma prudente. A estas alturas del proceso, afortunadamente los gobiernos, los bancos y las autoridades supervisoras reconocen cada vez más la conveniencia de tener una mejor supervisión, mayor transparencia en la información y buena gerencia bancaria, y atacar las causas que llevaron a los colapsos sufridos hasta ahora.
Pero el mundo no se detiene. Mientras atacamos las debilidades de ayer y de hoy, también tenemos que enfrentar una competencia nueva y más fuerte.
Una de ellas, tiene que ver con el cambio de morfología del negocio financiero en sí. Los bancos comerciales, que tradicionalmente han sido el corazón de nuestro sistema financiero y también del sistema de pagos, deben competir con una creciente diversidad de instituciones financieras. La especialización de las instituciones financieras se desdibuja, y el campo de acción tradicional de la banca (prestar el dinero captado de los depositantes) pierde importancia ante la proliferación de productos y servicios de muy variada índole. La banca universal y los llamados grupos financieros no son sino una manifestación de ese proceso de diversificación.
La otra, es la dimensión internacional del negocio. La globalización de los mercados financieros en América Latina está tomando tres vías. Las instituciones financieras internacionales están entrando a competir en nuestros mercados. Los instituciones latinoamericanas se están expandiendo dentro de América Latina (en banca comercial, banca de inversión, fondos de pensiones, seguros) y, además, también buscan posicionarse en los mercados de los países industriales.
Este complejo proceso crea nuevos riesgos y nuevas oportunidades. Un problema potencial es el de que la volatilidad de los países más inestables de la región se transmita a los más estables, a través de la banca. En otras palabras, que se produzcan turbulencias como consecuencia de problemas que afecten a la casa matriz de bancos latinoamericanos, particularmente si hay una presencia importante de bancos del país más inestable o con bancos más débiles.
Por otra parte, sabemos que las fuerzas de la globalización están empujando a la banca latinoamericana a hacerse más competitiva. Los márgenes se están reduciendo, e impulsan a la banca a rentabilizarse a través de nuevos negocios que implican nuevos riesgos. Si esos nuevos riesgos no se manejan con prudencia, se estará cebando la bomba de una crisis.
Para minimizar los riesgos, sin entorpecer la expansión del negocio financiero latinoamericano, hay que avanzar en varias direcciones:
  1. Asegurar que los accionistas verdaderamente corran el riesgo de sus bancos. Esto es especialmente importante cuando la propiedad de la banca está concentrada en pocas manos y la banca está vinculada a empresas industriales y/o comerciales a través de una propiedad accionaria común.
  2. Asegurar que los bancos estén bien capitalizados.
  3. Informar de manera transparente quienes poseen, en última instancia, el control accionario de las instituciones financieras.
  4. Promover la existencia de inversionistas, distintos a los accionistas, que pongan capital a riesgo en el banco, tengan un genuino interés en el éxito de la institución y, por ende, contribuyan a monitorear a la gerencia. Esto se logra a través de la colocación de obligaciones subordinadas, convertibles o no.
  5. Suministrar información oportuna y veraz a los supervisores y al mercado.
  6. Propiciar la actuación de agencias privadas de calificación de riesgo bancario, y asegurar que estén libres de conflictos de intereses.
  7. Asegurar que el marco regulatorio promueve efectivamente la prudencia en el manejo bancario.
  8. Armonizar las regulaciones bancarias a nivel regional, en línea con las normas de Basilea. Uno de los aspectos más importantes a estos efectos es el de la supervisión consolidada, requisito primordial del éxito.
  9. Hacer muy transparentes todas las reglas y procesos administrativos de autorización de nuevas instituciones financieras, aprobación de cambios en el control accionario, e intervención de instituciones insolventes.
  10. Fortalecer las agencias de supervisión bancaria dándoles los recursos, la jerarquía y el apoyo político necesario para el cabal ejercicio de sus funciones, e independizándolas de las presiones políticas indebidas. Sin ello, la supervisión bancaria será simplemente un ritual carente de significación.
  1. De la globalización no se puede huir, y son muchos los beneficios que de ella pueden derivarse. Sin embargo, también está claro que aumenta los riesgos de inestabilidad. La fortaleza de la banca no es la solución única para protegerse de ese riesgo, pero sin duda es un importante escudo protector. La política monetaria tendrá un mayor margen de maniobra para desarrollar una acción estabilizadora, y los esfuerzos dirigidos a mejorar los niveles de ahorro interno podrán capitalizar el beneficio de contar con una política económica y una industria financiera que le inspiran confianza al ahorrista.

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